Y no es por afán apologético, pero desde que Hugo Gambetta visitó el Perú el año pasado, este tema se ha proliferado en el razonamiento colectivo de la comunidad adventista latinoamericana. El guardian adventista (colectivamente) ha podido visitar algunas iglesias limeñas este verano y ha observado cómo la hermandad capitalina responde ante esta situación. Se pueden observar tres clases de respuesta:
1. El hermano promedio que no se interesa en estas cosas (disidencia, apostasía, ministerios independientes).
2. El hermano que en su corazón cree como cierto algunos o todos los argumentos de ciertos predicadores y ministerios disidentes, pero se mantiene al margen.
3. El hermano que apoya totalmente a predicadores y/o ministerios independientes-disidentes.
Este último caso puede ser el más complejo y problemático de todos, pues generalmente esta clase de personas apoya los argumentos de los ministerios disidentes y adopta el mismo perfil de aquellos: crítica ácida contra la obra, desconfianza en el liderazgo, principios incorrectos de interpretación bíblica, llamados a formar una nueva comunidad de fieles, etc.